Que la Fiesta de los Toros atraviesa un mal momento es algo que para un aficionado salta a la vista. A las corruptelas conocidas de los Taurinos se unen las de los políticos en la concesión de las plazas, y sobre todo ello, en forma de desafortunados comentarios personales, se extienden nubarrones que amenazan la esencia misma de la Tauromaquia.
Y los Aficionados ¿Qué podemos hacer? Los iniciados, los que participamos de este rito, los que hemos mantenido el fuego sagrado de esta Fiesta que nos conmueve, los que durante muchísimos años fuimos el pilar en el que se sustentaba todo su entramado... los Aficionados de hoy en día ¿Qué podemos hacer?
Cada vez estamos más arrinconados, los Taurinos pretenden sustituirnos por ese público de aluvión amante del “espectáculo social” en que se han convertido las Ferias Taurinas durante las Fiestas Patronales, es más, les estorbamos con nuestras opiniones porque son fundadas, y preferirían -empresarios, toreros y público- que nos fuéramos, que dejáramos de molestarles, que no volviéramos -como ha ocurrido con tantos y tantos aficionados a los que un día se les acabo la paciencia y nunca más volvieron- a una Fiesta de la que pretenden apropiarse y convertirla en una pantomima. Lo mismo ocurre con las plazas de temporada, no interesan por dos motivos, el primero y principal se explica por si solo para un empresario, no hay negocio; el segundo, tanto o más importante que el primero, porque, salvo algún despistado, a los festejos de temporada solo asisten los aficionados y, además, vamos con la pretensión de participar de la Fiesta: a opinar, a criticar, a aplaudir, a aprender, a exigir, a emocionarnos, a alimentar nuestra afición...
De todo esto debemos deducir que a los que controlan el negocio taurino no les interesan ni las plazas de temporada, ni los Aficionados, y ante esta situación es hora de que tomemos alguna iniciativa para que los Aficionados, que todavía somos asiduos de las Plazas de Toros, seamos reconocidos y nuestra voz sea escuchada ante los organismos y estamentos que regulan la Fiesta de los Toros.
La aparición de este Manifiesto que unifica el criterio de varias organizaciones de Aficionados es un rayo de esperanza, un primer paso muy importante por su excepcionalidad. Nunca, hasta este momento, se había producido un acuerdo de estas características entre aficionados a los toros en nuestro país.
Algo consustancial con la forma de ser de los aficionados es que cada uno tenemos nuestro criterio y nos organizamos en pequeñas peñas y asociaciones por afinidad de gustos y matices y las diferencias en cualquier matiz de un pasaje de la lidia, por mínimas que sean, pueden acarrear discusiones interminables y, además, y por eso mismo, ahí esta la salsa de esta afición. La diversidad de opiniones que se producen tras la contemplación de un espectáculo tan subjetivo como la Fiesta de los Toros es, a la vez, su mayor grandeza.
Por lo tanto no se trata de acrecentar nuestra diferencias de criterio sino de asegurar una serie de condiciones mínimas sin las cuáles es imposible que ninguna actividad taurina tenga relevancia. Ahí reside la importancia de un acuerdo que debería ser la piedra de toque para que los Aficionados fuéramos tomando conciencia de que si no somos nosotros los que defendemos nuestra Fiesta, nadie lo va ha hacer. Los empresarios porque son eso, empresarios, y su finalidad es ganar dinero, y los que regentan la propiedad de las plazas -la mayoría de ellas de propiedad pública- porque en vez de servir a la Fiesta como se merece, se sirven de ella para recoger unas migajas del reparto de los Taurinos.
Y es aqui donde debemos incidir. Ante los poderes públicos que regentan las Plazas de Toros la voz de los Aficionados debe de estar presente y ser tenida en cuenta. Lo que pedimos no es mucho, es velar porque la Fiesta se desarrolle en plenitud, y para ello cuidar de manera especial al elemento fundamental sin el cual no existe nada y nada tiene valor, el toro. Y tenemos razones poderosas para opinar de este modo, porque cuando el toro en su integridad esta en la plaza y la lidia se realiza correctamente, la emoción se palpa a flor de piel y hasta ese público de aluvión de feria se deja arrastrar por la magia de lo que presencia en el ruedo, y sale de la plaza tan conmocionado o más que cualquier aficionado. Aquí reside la grandeza de la Fiesta y a partir de este punto hay que empezar a construir todo su entramado, y eso esta en la mano de los diferentes poderes públicos que administran Plazas de Toros si a ello dedican su trabajo, y lo hacen en defensa de los intereses de los ciudadanos-aficionados a los toros que son los que les votan cuando llegan las elecciones.
Agrupar un gran número de firmas de Peñas, Asociaciones o Aficionados que apoyen este Manifiesto será sin duda un éxito, y podrá ser una llamada de atención para la opinión pública interesada en este tema. Pero eso no solucionaría nada, no debemos quedarnos complacidos por un reconocimiento público por mucho alcance que tenga. Deben escucharnos los que nos tienen que escuchar, y deben de reconocernos como interlocutores porque somos los consumidores habituales de un espectáculo que está bajo su responsabilidad. Y esto deben de entenderlo los políticos que rigen los destinos de casi todas las Plazas de Toros que hay en nuestro país. Como ciudadanos y consumidores tenemos unos derechos que deben ser respetados y tener los cauces apropiados para manifestar nuestras opiniones y nuestras quejas.
Debemos de crear una estructura organizativa que nos agrupe y nos represente ante los diferentes estamentos que se ocupan de la Fiesta de los Toros y, lo que es más importante, que canalice nuestras inquietudes, nuestras propuestas, las ideas y aportaciones con las que podamos contribuir en el devenir y el engrandecimiento de este espectáculo. No debemos contentarnos con tener voz y voto. Debemos de ser una corriente de aire fresco que oxigene el ambiente putrefacto en el que se manejan los hilos de nuestra Fiesta.
Deberíamos de ser amigos de los ganaderos, de los empresarios, de los toreros y de los políticos, porque ellos son los que nos deben proporcionar los mimbres con los que se construye este cesto. Seguro que les apoyaríamos sin ninguna duda si hacen las cosas en conciencia y por el bien de la Fiesta, no les quepa duda. Los aficionados no pedimos mucho: un toro íntegro, un torero dispuesto y... que Dios reparta suerte.
Además, si al igual que en el mundo del deporte se vela por la pureza de la competición y el cumplimiento del reglamento, así se hiciera en el mundo de los toros por el cumplimiento de los mismos preceptos de forma rigurosa y eficiente, desaparecerían de las plazas de toros con total seguridad la mayoría de los fraudes que hoy en día se producen.
Por esto necesitamos una organización que nos agrupe y que posibilite que nuestra voz se escuche, además de en las plazas, en los despachos, y que nuestras propuestas sean tomadas en consideración y sean estudiadas con el respeto que nos merecemos. A de ser una organización que se ramifique por las distintas comunidades y actúe de la misma forma ante las distintas instancias administrativas que se ocupan de la Fiesta en cada autonomía. Un ejemplo lo tenemos en la “Plataforma de Aficionados de Zaragoza” que desde hace un par de años, y en defensa de que la Fiesta recobre el nivel que nunca debió perder, agrupa a un puñado de Peñas y Asociaciones de Aficionados que realizan un seguimiento detallado de todo cuanto ocurre con la Fiesta de los Toros en su ciudad, plantean sus propuestas, organizan actividades y tratan de que su voz sea reconocida por políticos y empresarios.
Pero a una organización hay que dotarla de contenidos, y la mejor forma de hacerlo es compartiendo experiencias, noticias, deseos, propuestas, ideas que, según nuestra opinión de aficionados, contribuyan para que la Fiesta recobre los pilares sobre los que se ha basado su grandeza: Integridad, Autenticidad y Justicia.
Seria muy interesante, para facilitar ese cambio de opiniones, la organización de un hipotético “Congreso de Aficionados” en donde poner a debate el Manifiesto, como punto de partida, pero lo deseable sería que fuese el comienzo de una actividad que se repitiera cada año y en el que se estudiaran diferentes problemas que aquejan a la Fiesta. Por supuesto que se debería hacer con orden y concierto, preparando las ponencias seriamente, ordenando un debate sensato y tratando de llegar a puntos de acuerdo. Todo esto supone trabajo y compromiso, pero si queremos, podemos. Se puede dedicar cada “Congreso” a un tema particular y que los ponentes tengan tiempo suficiente para desarrollar sus posiciones; se puede editar una publicación en que se recojan las ponencias y distribuirlas entre los aficionados para que puedan opinar con fundamento; se pueden abrir debates en foros y blogs porque disponemos de las herramientas para hacerlo; se puede...
Ojala los Aficionados tomemos conciencia de que somos nosotros, y solo nosotros, los que debemos defender la Fiesta tal como nos gusta: Integra, Autentica y Justa.
Mariano Ballesteros Gutiérrez
(Artículo publicado en el nº 25 del Fanzine Taurino “El Aficionado” - Abril 2007)
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